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Cada vez que damos un paso en esa caminata de aproximación, cada vez que la doblamos mientras estamos escalando, cada vez que la exigimos al máximo para ese dinámico, nos acordamos de la rodilla, esa articulación fundamental que une el muslo y la pierna. A simple vista pareciera una simple bisagra que une dos huesos, sin embargo es una estructura muy compleja, las cual es esencial para poder trasladarnos y llegar en cada escalada hasta lo más alto.
Para su funcionamiento tienen que estar en perfectas condiciones todas sus estructuras, las cuales a grandes rasgos podemos dividirlas en los huesos, que son la base estructural, los ligamentos, bandas fibrosas que unen los huesos, meniscos, similares a unos amortiguadores que se encuentran dentro de la articulación, los músculos, fundamentales para el movimiento y por último los tendones, que son las bandas que unen a éstos con el huesos.
Las lesiones de la rodilla podemos separarlas en dos grandes grupos. El primero corresponde a las lesiones traumáticas, que son las que más preocupan en un principio ya que producen habitualmente mucho dolor, la rodilla se hincha y es muy difícil escalar después de este tipo de lesiones. Es el caso de las contusiones, esguinces, fracturas, desgarros musculares, etc. Aunque muy invalidantes, por suerte son las lesiones menos frecuentes.
El segundo grupo son las lesiones por sobrecarga, en las cuales se compromete cualquiera de las estructuras de la rodilla producto de un sobreuso. Esto se da cuando no están bien preparadas para lo que les exigimos. Aquí se encuentran las tendinitis (o mejor dicho tendinopatías para abarcar a las que son más crónicas), las fracturas por estrés y el famoso dolor patelofemoral, al que se le conoce también como disfunción patelofemoral o condromalacia rotuliana. Éste último se produce, a grandes rasgos, por un problema en el funcionamiento de la rótula o patela, hueso que está en la parte más anterior de la rodilla. Todas estas lesiones por sobreuso son en un principio menos dolorosas que las traumáticas ya que comienzan de a poco, pero si no son tratadas a tiempo pueden llegar a ser tremendamente invalidantes. Lamentablemente éstas son las lesiones más frecuentes de la rodilla y si no las tratamos a tiempo se hacen fácilmente crónicas y nos pueden dificultar mucho la práctica de la escalada.
Al fin y al cabo, son muchas las lesiones que pueden comprometer la rodilla y según el tipo y estructura comprometida va a depender el tratamiento. Por lo tanto, una recomendación importante es que si nos están doliendo las rodillas, no dejemos pasar más tiempo para que nos vea un especialista y podamos empezar un tratamiento adecuado sin retrasos.
Sin embargo, la mejor recomendación a la larga es preocuparnos de prevenir estas lesiones, de forma que ojalá nunca ocurran. Y si hay algo en común que las puede prevenir es una adecuada preparación física de todas nuestras extremidades inferiores, que muchas veces son las que más olvidamos en el entrenamiento. Así también, un constante calentamiento y elongación muscular antes y después del ejercicio van a permitir que la rodilla y toda la extremidad esté más preparada y pueda aguantar mejor las exigencias de este deporte, para que de esta forma podamos disfrutar de la escalada sin problemas ni lesiones.
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